Etapas



    
  • Diagnóstico. Es imprescindible para asegurar que la lesión ha alcanzado la pulpa y ha producido una lesión irreversible en ésta; además se obtienen otros valiosos datos sobre la anatomía y número de raíces y si hay alguna otra afectación, por ejemplo, un absceso periapical.
  • Anestesia
  • Apertura
  • Aislamiento
  • Conductometría. Mediante métodos convencionales, como son las limas o electrónicos con el L.E.A. (Localizador Electrónico de Ápice) hallamos la distancia que hay hasta el ápice y lo corroboramos con la radiografía de conductometría.
  • Instrumentación: consisten en limpiar los conductos radículas con el instrumental especifico hasta que queden aptos para la obturación.
  • Obturación. Consiste en reemplazar el contenido natural patológico de los conductos radiculares por materiales inertes bien tolerados por los tejidos próximos a la raíz dental, con la finalidad de sustituir la pulpa dental destruida por la infección o extirpada, por una masa inerte y evitar de esta forma infecciones posteriores.
  • control. Al final del proceso se utiliza la radiografía para comprobar el resultado final, verificando que se hayan rellenado por completo los conductos radiculares así como una buena longitud de los mismos.

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